Todos sabemos que las ceremonias civiles en sí son muy cortas (duran en torno a unos 15 minutos) pero salvo que se celebren en un juzgado o ayuntamiento, podemos añadir lecturas, canciones, ritos… para alargarla todo lo que queramos y lo más importante: darle un toque personal, emotivo y especial a la ceremonia.
Y en este punto nos centramos hoy, en conseguir una boda especial en base a ritos simbólicos que se han popularizado durante los últimos años.
Uno de los más conocidos es la ceremonia de las velas o también conocida como ceremonia de la luz. Es un ritual que simboliza la unión de dos personas en un proyecto en común a través del matrimonio, en definitiva: dos llamas convertidas en un mismo fuego.
Es muy sencillo. Tomad nota:
Se utilizan tres velas, una grande que simboliza una vida en común y dos pequeñas que representan a los novios.
Para realizarlo, cada contrayente sujeta una vela pequeña, encendida previamente a la llegada de cada uno (o por los padrinos al iniciar el rito), y juntos, con la llama de sus respectivas velas, encender la vela grande mientras el oficiante explica en qué consiste el ritual o lee algún texto bonito (más adelante os indicamos un par de ejemplos).
Lo habitual es dejar las tres velas encendidas, ya que aunque unidos y comprometidos el uno con el otro, vuestra personalidad e independencia se mantiene.
Suele hacerse en el momento de dar el «sí quiero» o tras el intercambio de anillos.
El texto más conocido para acompañar esta ceremonia es “Habla la vela de vuestra boda”, del sacerdote belga Phil Bosmans, y dice así:
“Dejad que arda una vela el día de vuestra boda, es un símbolo que alumbra y acompaña. Después de pasados algunos años debe recordaros lo que hoy os habéis prometido. La vela del día de vuestra boda os susurra al oído: Lo he visto. Mi llama estaba presente cuando os cogisteis las manos y regalasteis vuestro corazón. Soy algo más que una simple vela. Soy un testigo mudo en la casa de vuestro amor y continuaré viviendo en vuestro hogar. En los días en que brille el sol, no necesitaréis encenderme. Pero cuando sintáis una gran alegría, cuando un niño esté en camino o cualquier otra bella estrella brille en el horizonte de vuestras vidas, encendedme. Encendedme cuando anochezca, cuando irrumpa en vosotros una tormenta, cuando surja la primera pelea. Encendedme cuando haya que dar el primer paso y no sepáis cómo; cuando sea necesaria una explicación y no encontréis las palabras; cuando queráis abrazaros y los brazos estén paralizados, encendedme. Mi luz será para vosotros un signo claro. Habla su propia idioma, el idioma que todos entendemos. Soy la vela del día de vuestra boda. Dejadme arder mientras sea necesario, hasta que los dos unidos mejilla con mejilla, podáis apagarme. Entonces os diré agradecida: Hasta la próxima vez”.
Otro posible texto es el siguiente:
Oficiante: “A partir de este momento aunque seguís siendo dos personas individuales pasaréis a ser una sola familia. Tomad cada uno vuestra respectiva vela. Ella simboliza el pasado, lo que habéis sido hasta el día de hoy: dos personas independientes y libres, de gran fortaleza, llenos de ilusiones y planes de futuro. Y habéis decidido uniros en matrimonio, juntar vuestras llamas en una sola que arderá con más fuerza e ilusión aún, representando el compromiso del uno con el otro. Esta vela formará parte del matrimonio. Encendedla cuando lleguen los momentos difíciles, los desencuentros, y quizás consiga alumbrar vuestro camino, ya que su llama os recordará la felicidad que sentís hoy y la fortaleza de vuestro amor. Y cuando hayáis recuperado la sonrisa, apagad la llama juntos. Prendedla también cuando lleguen buenas noticias, porque así rendiréis tributo a vuestro matrimonio.
Cogeos de la mano y encended juntos la vela que os guiará y acompañará a lo largo de toda vuestra vida de pareja”
Novia: “Esta llama simboliza mi amor por ti. Con mi corazón unido al tuyo formaremos un nuevo hogar. Mis pasos se unen a los tuyos para abrir nuevas sendas, para salvar obstáculos, para evadir abismos. Seré tu hombro cuando flaquees; seré tu oasis cuando el mundo te agobie; seré silencio cuando el ruido ensordezca; seré tu grito cuando el silencio te oprima; seré riachuelo cuando el mar sea bravío. Seré todo aquello que te haga inmensamente feliz.”
Novio: “Mi amor esta simbolizado en esta llama. Te deposito mi corazón junto al tuyo, para hacer que el nuestro sea uno más ancho y seguro. Hago compromiso ante ti por tu bienestar. Seré tu apoyo cuando te sientas débil; seré tu fuente cuando la sed te agobie; seré tu abrigo cuando el frío amenace; seré tu sombra cuando el calor sofoque; seré sonrisa cuando el dolor te haga sufrir; seré también todo aquello que te haga inmensamente feliz”.
Oficiante: “Os deseo que sólo tengáis que encender esta vela por las muchas alegrías que os reserva el destino, pero si tuvierais que hacerla brillar en momentos de tristeza, aprended a superar, apoyado el uno en el otro, los obstáculos que puedan aparecer en vuestro camino. En este momento, una vez encendida la vela del día de vuestra boda, en vuestras manos está dejar también prendidas las velas del pasado, que os recuerdan que seguís siendo personas únicas y singulares dentro de esta unión; o podéis extinguir sus llamas y dejar que la luz de la gran vela os represente a los dos a partir de ahora”.
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